Lucía Lucas

Lima es una ciudad incómoda, fragmentada, heterogénea, enorme y contaminada. Lo que más llama la atención al venir por primera vez es el gran caos y las descomunales diferencias sociales. Creo que estos son rasgos que comparten, en general, todas ciudades latinoamericanas. En Lima todo es muy salvaje, sobrevive el más fuerte, es decir, el que tiene dinero y si no lo tienes, prepárate para unas condiciones de vida absolutamente miserables. En esta ciudad todavía hay muchas casas sin electricidad, sin agua y sin red de saneamiento. Los alrededores son pura favela (conos). Por otro lado, los ricos son muy ricos y ostentosos.

Llevo viviendo en esta enorme urbe desde hace casi dos años, y me parece una ciudad fascinante, con sus luces y sombras. Además de lo dicho anteriormente, Lima es una metrópoli que lucha por su desarrollo con  proyectos que demandan una gran organización y enormes inversiones como son el tren eléctrico, el metropolitano y el subterráneo que van a mejorar notablemente la calidad de vida de sus ciudadanos. En educación y en sanidad se están haciendo grandes esfuerzos también. En cuanto a la cultura, Lima es una ciudad muy contemporánea y abierta. Es un hervidero de ideas y hay una escena cultural muy rica que se alimenta de la mezcla tan característica que se da aquí. En esta ciudad convergen distintos continentes, razas, culturas, lenguas y religiones. Además desde el gobierno se está promocionando mucho este aspecto por lo que hay dinero para promover la cultura (lo que fomenta el turismo, muy importante desde hace unos años).

Desde mi punto de vista, está muy bien que Lima se posicione mundialmente como «capital gastronómica» , pero esto debe ir acompañado de una ambición por parte de los propios limeños de crear comunidad y mejorar la ciudad para lograr mayor orden, limpieza, ornato y un mejor desarrollo urbanístico. ¿De qué sirve venir a Lima para comer muy bien si luego la experiencia urbana deja mucho que desear?