Tras nueve meses en Lima, todavìa no tengo una opiniòn muy clara sobre la ciudad. Es enorme, caòtica, contaminada, polvorienta, difìcil…pero tambièn tiene unos atardeceres increìbles, la gente es excepcional, la comida es exquisita y empieza a haber una escena cultural muy interesante. A Lima la puedes querer y odiar al mismo tiempo. Eso es exàctamente lo que siento: amor-odio. Tiene un puntito muy jodido, pero luego se deja querer.
Lo que sì que tengo claro, es que Lima es una ciudad perfecta para la bici. Ok, maticemos: Lima podrìa ser una ciudad perfecta para las biclas. Sus condiciones naturales (topografìa plana, pocas lluvias y poco frìo) son perfectas para dicho medio de transporte. El problema es el propio funcionamiento de la ciudad: grandes atascos, cada vez màs vehìculos privados, transporte pùblico muy deficiente, pocos espacios acondicionados para las bicicletas, inseguridad, muchìsima contaminacion, poca o nula educaciòn vial de los conductores, etc… A la ciudad le falta planificaciòn por parte de las autoridades. Funciona de una manera improvisada e informal. Y tampoco existe mucho control, por lo que los conductores hacen lo que quieren: superan los lìmites de velocidad, hacen todo tipo de pirulas, van en direccion contraria, adelantan por las aceras (lo he visto con mis propios ojos), pitan como locos, te deslumbran poniendote las luces largas, adelantan a las bicicletas de manera peligrosa, etc…
Mi experiencia como persona que se mueve en bici por esta ciudad es bastante desagradable por los motivos expuestos anteriormente. Tambièn es verdad, que encuentro muchas calles pequeñas por las que no transitan muchos coches. Estos trayectos son muy placenteros. Pero, aunque hayan muchos motivos para no coger la bici, hay muchos otros que me convencen de lo contrario: no coger micro (los odio, dan un servicio muy deficiente y peligroso, son demasiado informales y estàn muy muy sucios), no contaminar, no gastar dinero, hacer una vida conforme a una filosofìa de respeto por el medio ambiente, presionar al gobierno para que adapte la ciudad a la bici, hacer deporte, fardar de bici (en mi caso fardo de bici vieja) y un montòn de cosas màs. En definitiva, soy felìz movièndome en bici, y me encanta ver como Lima, poquito a poco, se va transformando para dar cabida a este vehìculo limpio. Pero no es suficiente con dar cabida, tendrìa que ser prioritario, junto con el sistema de transporte pùblico. Hay mucho que hacer todavìa. La buena noticia es que cada vez hay màs gente que lucha por una Lima con un buen sistema de transporte pùblico y con una buena infraestructura para bicis.