Los últimos proyectos para diseñar la urbe del siglo XXII, a cargo de IBM, Cisco y el MIT, tienen más de realismo que de ciencia ficción. La mayoría apunta a dos grandes objetivos: conseguir ciudades ecoeficientes en consumo de agua, electricidad y otros recursos, y dotar de inteligencia a todo lo que nos rodea (edificios, coches, objetos…).
IBM ya prueba en una docena de lugares, desde Nueva York a Hangzhou (China), estas ideas. En Malta, la compañía diseña una red inteligente de abastecimiento de agua y electricidad. Instalarán 250.000 lectores integrados con programas de análisis en tiempo real para detectar y prevenir fugas de agua y energía. Estará listo en 2012 y convertirá al país en el primero con un sistema capaz de ahorrar y administrar recursos de forma automatizada.
«La clave está en unir la infraestructura física a la tecnológica para obtener información en tiempo real y actuar sobre ella, anticiparse», explica Elisa Martín Garijo, directora de innovación de IBM España y una de las responsables de la iniciativa de Malta. La empresa está aplicando el mismo concepto para prevenir crímenes en Nueva York y reducir el tráfico en Estocolmo. Es el inicio de la urbe del futuro.
Menos delincuencia en NY
Incluso con 3.000 policías menos, la tasa de crimen en Nueva York se ha reducido un 20% desde 2002. El motivo apunta a una mezcla de aplicaciones predictivas, sensores de vigilancia ubicuos y automatización. En poco tiempo, una cámara podrá captar una imagen sospechosa, un ordenador la analizará y transmitirá la señal con coordenadas de posicionamiento al teléfono inteligente del policía más cercano. Todo en segundos. La probabilidad de evitar un crimen o salvar una vida se multiplica. Así funcionarán las ciudades del futuro.
Al menos ésta es la visión de IBM, una de las tecnológicas que compiten con HP, Cisco, Microsoft y centros como el MIT y decenas de universidades en diseñar las nuevas urbes.
La ciudad del futuro será un floreciente negocio. Construir infraestructuras desde cero o dotar de inteligencia a las ya existentes moverá, según IDC, 122.000 millones de dólares en los dos próximos años.
«El gran cambio será la re-información, cómo podemos introducir datos en cualquier elemento que hoy vemos en la calle, desde un contenedor a una fachada», asegura el arquitecto Vicente Guallart, director del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC). Es la llamada «Internet de las cosas», conectar máquinas entre sí para que se comuniquen de forma autónoma. Junto con HP, el IAAC organizó recientemente un concurso mundial para diseñar ciudades autosuficientes. Recibieron más de 700 propuestas de 116 países.
El arquitecto ruso Victor Kirillow logró una mención de honor por su concepto Sky City, una megaestructura vertical que alberga en su interior cientos de pequeñas viviendas a las que se accede en vehículos voladores. «El crecimiento horizontal es ineficiente, por el ingente gasto de recursos. Algunos prototipos demuestran que la opción de crecer en vertical es posible», dice Guallart.
Uno de los dos proyectos ganadores, de los americanos Rychiee Espinosa y Seth McDowell, propone un modelo aún más arriesgado: crear espacios urbanos sobre el agua, utilizando ésta para generar energía limpia con la que propulsar el transporte público.
Los expertos sostienen que las casas solares y las poblaciones de emisiones cero serán la norma dentro de unos años.
El proyecto de Masdar City es uno de los más ambiciosos en este sentido. Una metrópoli de 600 hectáreas en mitad del desierto, a menos de 20 kilómetros de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), que albergará a 50.000 habitantes, pero no tendrá ni un solo coche ni emitirá CO2. Toda la energía consumida será renovable, solar o eólica. «El transporte circulará mediante un sistema magnético. Será un referente que demuestre la viabilidad de estas ciudades», dice Guallart. El proyecto estará listo, aseguran, en 2016.
En España, Málaga será el primer lugar donde se pruebe a gran escala la viabilidad de sistemas energéticos inteligentes. Endesa, junto con empresas como IBM, Telvent y Neo Metrics, invertirá 31 millones de euros durante cuatro años en desplegar contadores inteligentes y sistemas de análisis para reducir un 20% las emisiones de CO2.
Además de edificios ecológicos, sistemas inteligentes y espacios sostenibles, habrá nuevos habitantes: robots urbanos. La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) acaba de finalizar con éxito su participación en el proyecto europeo Urus para crear una red de robots interconectados, totalmente autónomos, capaces de desempeñar tareas sencillas, como limpieza de áreas públicas.
«Dentro de 10 años o menos veremos androides en sitios cerrados, como museos, para orientar a los visitantes. Habrá que esperar tal vez 50 años para verlos en plena calle, en zonas abiertas, haciendo de vigilantes o guías turísticos», señala Alberto Sanfeliu, profesor de Ciencia Computacional de la UPC.
Con un presupuesto de 2,6 millones de euros y participación, entre otros, de la Universidad de Surrey (Reino Unido), la Universidad de Zaragoza y Telefónica I+D, los investigadores han creado ochos robots, dos de ellos humanoides, capaces de deambular a su aire sin ninguna ayuda. «A medida que van caminando, construyen y almacenan los mapas de su entorno», explica Sanfeliu. «El mayor obstáculo es cultural, de aceptación por parte de las personas, y legislativo. Muchas capitales todavía no permiten el funcionamiento de máquinas autónomas».
El SENSEable City Lab del MIT ha desarrollado Aida, un busto robótico hablante adherido al salpicadero de los coches. En conexión con los sensores del automóvil y los desplegados por el terreno, sabe dónde estamos y qué ruta seguimos, y es capaz de sugerir alternativas y lugares para visitar.
Los últimos proyectos para diseñar la urbe del siglo XXII, a cargo de IBM, Cisco y el MIT, tienen más de realismo que de ciencia ficción. La mayoría apunta a dos grandes objetivos: conseguir ciudades ecoeficientes en consumo de agua, electricidad y otros recursos, y dotar de inteligencia a todo lo que nos rodea (edificios, coches, objetos…).
IBM ya prueba en una docena de lugares, desde Nueva York a Hangzhou (China), estas ideas. En Malta, la compañía diseña una red inteligente de abastecimiento de agua y electricidad. Instalarán 250.000 lectores integrados con programas de análisis en tiempo real para detectar y prevenir fugas de agua y energía. Estará listo en 2012 y convertirá al país en el primero con un sistema capaz de ahorrar y administrar recursos de forma automatizada.
«La clave está en unir la infraestructura física a la tecnológica para obtener información en tiempo real y actuar sobre ella, anticiparse», explica Elisa Martín Garijo, directora de innovación de IBM España y una de las responsables de la iniciativa de Malta. La empresa está aplicando el mismo concepto para prevenir crímenes en Nueva York y reducir el tráfico en Estocolmo. Es el inicio de la urbe del futuro.
Menos delincuencia en NY
Incluso con 3.000 policías menos, la tasa de crimen en Nueva York se ha reducido un 20% desde 2002. El motivo apunta a una mezcla de aplicaciones predictivas, sensores de vigilancia ubicuos y automatización. En poco tiempo, una cámara podrá captar una imagen sospechosa, un ordenador la analizará y transmitirá la señal con coordenadas de posicionamiento al teléfono inteligente del policía más cercano. Todo en segundos. La probabilidad de evitar un crimen o salvar una vida se multiplica. Así funcionarán las ciudades del futuro.
Al menos ésta es la visión de IBM, una de las tecnológicas que compiten con HP, Cisco, Microsoft y centros como el MIT y decenas de universidades en diseñar las nuevas urbes.
La ciudad del futuro será un floreciente negocio. Construir infraestructuras desde cero o dotar de inteligencia a las ya existentes moverá, según IDC, 122.000 millones de dólares en los dos próximos años.
«El gran cambio será la re-información, cómo podemos introducir datos en cualquier elemento que hoy vemos en la calle, desde un contenedor a una fachada», asegura el arquitecto Vicente Guallart, director del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC). Es la llamada «Internet de las cosas», conectar máquinas entre sí para que se comuniquen de forma autónoma. Junto con HP, el IAAC organizó recientemente un concurso mundial para diseñar ciudades autosuficientes. Recibieron más de 700 propuestas de 116 países.
El arquitecto ruso Victor Kirillow logró una mención de honor por su concepto Sky City, una megaestructura vertical que alberga en su interior cientos de pequeñas viviendas a las que se accede en vehículos voladores. «El crecimiento horizontal es ineficiente, por el ingente gasto de recursos. Algunos prototipos demuestran que la opción de crecer en vertical es posible», dice Guallart.
Uno de los dos proyectos ganadores, de los americanos Rychiee Espinosa y Seth McDowell, propone un modelo aún más arriesgado: crear espacios urbanos sobre el agua, utilizando ésta para generar energía limpia con la que propulsar el transporte público.
Los expertos sostienen que las casas solares y las poblaciones de emisiones cero serán la norma dentro de unos años.
El proyecto de Masdar City es uno de los más ambiciosos en este sentido. Una metrópoli de 600 hectáreas en mitad del desierto, a menos de 20 kilómetros de Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), que albergará a 50.000 habitantes, pero no tendrá ni un solo coche ni emitirá CO2. Toda la energía consumida será renovable, solar o eólica. «El transporte circulará mediante un sistema magnético. Será un referente que demuestre la viabilidad de estas ciudades», dice Guallart. El proyecto estará listo, aseguran, en 2016.
En España, Málaga será el primer lugar donde se pruebe a gran escala la viabilidad de sistemas energéticos inteligentes. Endesa, junto con empresas como IBM, Telvent y Neo Metrics, invertirá 31 millones de euros durante cuatro años en desplegar contadores inteligentes y sistemas de análisis para reducir un 20% las emisiones de CO2.
Además de edificios ecológicos, sistemas inteligentes y espacios sostenibles, habrá nuevos habitantes: robots urbanos. La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) acaba de finalizar con éxito su participación en el proyecto europeo Urus para crear una red de robots interconectados, totalmente autónomos, capaces de desempeñar tareas sencillas, como limpieza de áreas públicas.
«Dentro de 10 años o menos veremos androides en sitios cerrados, como museos, para orientar a los visitantes. Habrá que esperar tal vez 50 años para verlos en plena calle, en zonas abiertas, haciendo de vigilantes o guías turísticos», señala Alberto Sanfeliu, profesor de Ciencia Computacional de la UPC.
Con un presupuesto de 2,6 millones de euros y participación, entre otros, de la Universidad de Surrey (Reino Unido), la Universidad de Zaragoza y Telefónica I+D, los investigadores han creado ochos robots, dos de ellos humanoides, capaces de deambular a su aire sin ninguna ayuda. «A medida que van caminando, construyen y almacenan los mapas de su entorno», explica Sanfeliu. «El mayor obstáculo es cultural, de aceptación por parte de las personas, y legislativo. Muchas capitales todavía no permiten el funcionamiento de máquinas autónomas».
El SENSEable City Lab del MIT ha desarrollado Aida, un busto robótico hablante adherido al salpicadero de los coches. En conexión con los sensores del automóvil y los desplegados por el terreno, sabe dónde estamos y qué ruta seguimos, y es capaz de sugerir alternativas y lugares para visitar.
Sin gasolineras
La idea bebe del trabajo desarrollado por William J. Mitchell, uno de los visionarios más prestigiosos en nuevos conceptos de movilidad en las urbes del mañana. Según Mitchell y sus investigadores, dentro de unos años veremos en las ciudades estaciones de recarga auto-gestionadas con pequeñas motos y coches eléctricos listos para conducir y ser aparcados en cualquier esquina, algo similar a los programas de alquiler de bicicletas.
«Estamos trabajando en baterías de litio para que estos coches puedan recorrer una distancia como de Santander a Madrid sin necesidad de repostar», dice Martin Garijo, de IBM. En la ciudad del futuro no hay gasolineras.
Sin gasolineras
La idea bebe del trabajo desarrollado por William J. Mitchell, uno de los visionarios más prestigiosos en nuevos conceptos de movilidad en las urbes del mañana. Según Mitchell y sus investigadores, dentro de unos años veremos en las ciudades estaciones de recarga auto-gestionadas con pequeñas motos y coches eléctricos listos para conducir y ser aparcados en cualquier esquina, algo similar a los programas de alquiler de bicicletas.
«Estamos trabajando en baterías de litio para que estos coches puedan recorrer una distancia como de Santander a Madrid sin necesidad de repostar», dice Martin Garijo, de IBM. En la ciudad del futuro no hay gasolineras.